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Saúl Ibargoyen

 

GRAFFITI 2000




GRAFFITI 2000: REVOLTOSOS Y PROFANOS

Una de las características más destacables del libro Graffiti 2000 de Saúl Ibargoyen es sin lugar a dudas su cualidad permanente de trasgresión. Romper límites, desbordarse, rebasar son actividades que necesitan de la ley. Dependen de la ley, de su conocimiento exhaustivo, de su observación tajante. Requieren a la ley para desnudarla públicamente, mostrar su genitalidad violada, denunciar el índice mayúsculo de corruptibilidad que padece por quienes la promulgan y nos obligan a acatarla. De esto trata este graffitario, que, desde el título, impone su condición dolosa, por dolida, por insubordinada al ciego servicio, a la vía de solicitud y agachamiento.
Ya Ramón María del Valle Inclán en su magnífica novela Tirano Banderas españolizó el término graffiti, nombrando así, como grafitos, si mal no recuerdo, a las inscripciones lapidarias en las cárceles de cualquier tiranía americana que yo ubiqué como San Juan de Ulúa para asegurarme que porfirio no era un perro cualquiera en la trama, sino la celebración del alma de Porfirio Díaz en su condición totalitaria. Pero de que se escribió y publicó esta novela han pasado años, años como siglos, pues nuestro nacionalismo, como bien expresa este libro de Ibargoyen, ahora se amilana ofrecido a la algarabía y a la incertidumbre de la globalización.
No somos nada. Ciudadanos de nombre, porque las democracias entrecomillas lo requieren. De nombre, mas de dudoso y con frecuencia estéril ejercicio. De esto trata el libro. Si el autor hubiera llamado Grafito 2000 a su edición, habría acatado la ya aceptación de la real academia española a esta palabra, de la cual, Gabriel Zaid dedujo un brillante ensayo, mas se hubiera quedado al margen de sus propias expectativas. La palabra graffiti huele a posmodernidad y a extranjería. ¿No es esa la condición a la que aspiramos? Pero Saúl Ibargoyen haciendo gala de su conceptismo nos revuelca en el lodo de nuestra propia aspiración. Nos habla de entrada del espacio público, pues el grafito tiene su equiparable fin epigramático. De hecho, sería el epigrama de la tradición latina asimilado por la actualidad. En la calle con un dejo de intrascendencia que manche y fustigue. En el papel con un sentido de arraigo en esa intención de incomodar. Comparemos la definición del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española entre "epigrama" y "grafito".
Epigrama: (Del lat. epigrama, y del gr. inscripción.) m. Inscripción en piedra, metal, etc. 2. Composición poética breve en que con precisión y agudeza se expresa un solo pensamiento principal, por lo común festivo o satírico. 3 fíg. Pensamiento de cualquier género, expresado con brevedad y agudeza.
Grafito: (Del it. graffito.) m. Escrito o dibujo hecho a mano por los antiguos en los monumentos. 2. Letrero o dibujo grabado o escrito en paredes u otras superficies resistentes, de carácter popular y ocasional, sin trascendencia.
En otros diccionarios varía la definición, y el epigrama se reduce a una composición poética satírica. Entre los antiguos era una inscripción que se ponía en un monumento. Nuestro maestro grafitero es un evidente autor epigramático que, valiéndose de una lectura vivaz y acuciosa del poder, la economía, las relaciones entre los sexos —sean éstas monogramáticas, analfabetas, andróginas o bicicleteras—, la religión y la misma poesía, inscribe lapidaria y sentenciosamente su ruptura. No somos nada. Ese es el compromiso de esta escritura. No somos nada ante el ogro, ya no filantrópico, como definió Octavio Paz al estado, sino pérfida y directamente acechante y vampírico. La denuncia de esa nada en la que nos movemos orondos y exitosos, distraídos de los fines del mercado, sometidos a sus leyes, olvidados de la crítica, babeantes y felices.
Según Gabriel Zaid los grafitos tienen que ser estridentes, provocados "por un yo provocador". "Como género literario, los grafitos pertenecen al folklore urbano. Su falta de urbanidad los hace más citadinos, como una trasgresión a la urbanidad vigente(...) No es de creerse que hacer rasgos, rasguñar, esgrafíar, glifos, pictogramas, epígrafes, pinturas o dibujos lapidarios en una caverna, con intenciones decorativas, simbólicas, religiosas, tenga el sentido urbano y moderno que parece esencial en los grafitos: la violencia, la profanación. La modernidad y la conciencia del yo en la profanación de un espacio público, pueden verse en los grafitos que dicen simplemente: PUTO YO. Es obvio (al menos para un mexicano) que este letrero no es una declaración personal, sino una trampa: un mecanismo por el cual se obliga al lector a declararse puto: una forma de violarlo homosexualmente. Pero lo más notable de la trampa es su modernidad. Mucha poesía inocente (por lo general "comprometida" o hecha "a alguien") todavía no adquiere esa conciencia literaria: el yo que dice yo en un poema no tiene que ser el yo de quien lo escribe".*
Así, Graffiti 2000, desde el título que adopta una palabra extranjera, rompe con el deber ser de la docta fórmula. Así reúne y congrega la vida urbana del graffiti de bardas y pintas de edificios, anónima e incómoda para las buenas conciencias, le otorga un sentido en la tradición poética a esta manifestación callejera. La envuelve desde los orígenes. Porque, aunque la poesía es el aliento que se comunica desde lo celestial y divino, como pedía Fray Luis de León, también él conoció el infierno de la cárcel y la humillación. Ese infierno que Dante nos legó con lujo de detalles como un imaginario portentoso, esa realidad que padece todo aquel que se precie crítico en su creación, ese mundo pide puerta de salida, pide exploración y aliento desde la caída. Así, ciñéndose a esta concepción, irrigando sus versos en aguas del demonio, Ibargoyen nombra la vileza, la corrupción y el agravio como estado de cosas que estructuran esta realidad ciudadana. Es el aquí y ahora del nuevo milenio al que ingresamos temblando bajo las nefastas profecías del Apocalipsis. Por eso, este libro se vuelve doblemente moral. Desnuda la maquinaria del mercado y la imposición de la conciencia religiosa desde lo establecido como simple ley de acatamiento. Por este libro pasan no sólo los acostumbrados poetas latinos a los que saludamos en la mayoría de los textos epigramáticos, por esta plaza pasean también un cristo maloliente y estático, una magdalena negociante cuyo precio es el sexo, un bautista borracho, y

Los templos que son la casa del dios
suben hacia el cielo
donde el aire es negro.
Cada columna tiene su raíz
que se clava entre las flores
los coágulos olorosos
y las doradas ofrendas
de este interminable pudridero
.


* Gabriel Zaid. "Grafitos" , en Ensayos sobre poesía, El Colegio Nacional, México, 1993, pág. 128

(MINERVA MARGARITA VILLARREAL)



SAÚL IBARGOYEN PRESENTÓ SU NUEVO LIBRO

Graffiti 2000
es un poemario de Saúl Ibargoyen que tiende a un proceso de reciclaje de espacios comunes, así como de: épocas remotas: la Edad Media, el Imperio Romano, la Palestina , de Jesús y la Mesopotamia. "Tomar referencias culturales del pasado me ha permitido ver con mayor claridad la situación en el presente", explicó el autor.
"También tuve oportunidad de viajar a esos lugares y el recoger tanto de la información libresca como de la experiencia dé estar ahí es que me ha permitido ver el pasado y proyectarlo, no sólo á este presente sino a una especie de futuro". Escritor de México City (1998) y Bichario (1999); Ibargoyen igualmente compila en este librito de 57 páginas —Ediciones del Ermitaño, colección Minimalia— "de lo que uno escucha, lee y memoriza".
¿En uno de sus poemas pareciera que remite a Bécquer cuando dice '”agotado su tesoro”?
Sí, hay una referencia, como también la lira, pero ésta también lo es a Nerón y al incendio de Roma. Es una especie de reciclaje donde van apareciendo una serie de datos de la cultura en el autor y mezclada con las experiencias de vida.
Instalado en la 'Generación de la crisis', movimiento uruguayo (en las décadas de los 60 y 70), país de donde él es originario, con más de 50 obras esta última refleja "la presencia de lo colectivo, incluso en el momento físico de la escritura.
Durante, la presentación en la librería Pegaso de la Casa Lamm, participando como comentarista en dichos poemas, Maite Villalobos dijo: "Este libro no es los comunes tax de Broadway pero sí cumple con la definición que lo designa como un muro o papel abierto a los ojos del publico. Por ello es tan, simbólica esta presentación y la adquisición del libro y las lecturas que se deriven de él, porque el graffiti cumple su función en el momento en que los otros lo escuchan. Una de las; más grandes virtudes de un poeta es dar como objeto artístico una poesía" temporal". : También poeta, Villalobos Carranza agregó que Graffiti 2000 "es un libro de desdoblamientos en los que la voz poética; se transforma en un individuo con distintos rostros, provocando a la vez nuevas generaciones y producciones en un espiral en que el poeta fabrica sus mundos diversos". José Ángel Leyva subrayó: "Saúl inventa una voz antigua que resuena en las calles del milenio que corre como loco, dice él; de “cambalachesca popularidad”. El volumen de Ibargoyen poeta me hace recordar unos versos del famoso Cayo Valerio Catulo, como si lo hubiese escrito para el arranque de este libro".
Sobre el título de por qué graffiti, es Leyva quien deduce (cuestionando a Saúl): ¿Qué fue primero, el título o los versos? "Seguramente han nacido juntos como la escritura y el dibujo, como el mensaje escrito en las oscuras cavernas donde los sentimientos y la razón dan lugar a la expresión estética. El grafito o carbón da lugar a la línea y a la mancha, a la gráfica, a los signos y a los símbolos. Escribir es dibujar y dibujar es escribir... El discurso de Saúl es pues gráfico por cuanto revela de su puño y letra, por cuanto revela de su caligráfica personalidad y por ser, en otro sentido, visual y callejero".
Ediciones del Ermitaño se creó en 1985. Y fue en 1995 cuando se forma su colección Minimalia la cual busca recuperar con nuevas tecnologías de composición y producción digital; espacios de divulgación perdidos a raíz de la reducción de los mercados. Actualmente cuentan con poco más de 70 títulos de novelistas jóvenes y otros de renombre.

(KARENINA DIAZ MENCHACA, “Saúl Ibargoyen presentó su nuevo libro” Excelsior, 2 de Junio de 2001)



CONTRA EL DISCURSO DEL PODER

Encasillado en la llamada «Generación de la Crisis» —aunque él no está muy de acuerdo—, el poeta uruguayo Saúl Ibargoyen acaba de poner en circulación Graffiti 2000. Coeditado por Ediciones del Ermitaño y el Consejo para la Cultura de Nuevo León, el libro será presentado hoy, las 19:30 horas, en la librería Pegaso de Casa Lamm. Con el autor de Grito de perro —volumen de próxima aparición— es la charla.
"Estos graffiti finiseculares, dados a conocer escasamente y presentados aquí en su totalidad, fueron escritos entre 1993 y 1995 —escribe Saúl Ibargoyen en la presentación del volumen—. Parecen ser una ratificación de la necesidad histórica del desarrollo de este subgénero literario, viejo de siglos como la diatriba y joven de revolturas como la cambalachesca posmodernidad. Los textos que aquí se ofrecen sólo responden a la horizontalidad del libro, cuando los graffiti contemporáneos apuntan a la confirmación de la verticalidad por medio de escrituras / pinturas muy diversas, aunque sin negar el parentesco con la verticalización visual impuesta por la pantalla de la televisión, el cine y las computadoras.”
En otras palabras: “Los graffiti se reflejan asimismo y contradictoriamente, como otro producto cultural —contestatario, lúdico, injurioso, testimonial— generado por la imprevisible mixtura de las actuales velocidades tecnológicas con ciertas tradiciones tan doblegables y fragilizadas como reacias a ser absorbidas por la llamada globalización. Pero ya sabemos, el tiempo, el espacio y el tránsito de la poesía son otros, casi nunca coincidentes con los de la sociedad y sus prejuicios y sus preceptivas”.
Graffiti hace referencia a cuatro etapas de la humanidad, explica Saúl Ibargoyen en entrevista: la Edad Media francesa (que va del siglo XIV a XV); el Imperio Romano —en algunas de sus etapas—; la Palestina de Jesús, y la Mesopotamia.
—¿Por qué eligió estas cuatro etapas de la historia?
—Aunque no hay una razón propiamente dicha, me basé en esos datos porque me permitían, en cierta medida, un mayor distanciamiento de los problemas que padecemos actualmente (y que yo cuestiono) y, al mismo tiempo, me aproximaba a la problemática del pasado. Con ello pude darle al libro el tiempo personal que yo quería.
—¿Por qué ha optado por la escritura contestataria e injuriosa?
—Yo creo que el tono injurioso, agresivo, cuestionador, contestatario,-grosero a veces, según se le mire, se debe a dos cosas: primero, que es el lenguaje del graffiti en algunas tendencias (porque esta expresión tiene otros tonos); y por otro lado, se ajusta a las propias posturas ideológicas del autor. En ese sentido, hay en el graffiti una tendencia crítica, no criticona, de ciertas cuestiones sociales con las cuales yo tampoco estoy de acuerdo.
—Pero siempre se ha dicho que el poeta no debe tener un compromiso ideológico.
—Ese es un viejo problema que siempre se ha planteado. En realidad, desde mi punto de vista, el compromiso ideológico siempre ha existido, porque nadie puede eludir ser mensajero de una ideología, ya sea ésta elaborada con elementos personales o tomada de un sistema determinado. Nadie escapa. Incluso, a veces uno la traslada sin darse cuenta. En lo personal, siempre he estado opuesto a lo que llamo el «discurso predominante», que es el discurso del poder. Y hoy, lamentablemente, este discurso se manifiesta de una manera mucho más descarnada y cruda.
—Entonces, ¿para qué ser poetas en tiempos de miseria?
—Uno hace lo que no puede evitar hacer. ¿Cuántas veces no nos hemos preguntado no por qué escribimos, sino para qué? En este caso, ya estamos hablando de una pregunta totalmente metafísica, porque estamos buscando la finalidad última de la escritura. Si alguien me preguntara el porqué, responderé que no puedo evitarlo, pero si me preguntan para qué, entonces diré que todavía no lo sé.
—¿Cree que el mundo moderno ha cambiado las maneras de escribir poesía?
—Sí, definitivamente; por lo menos para ciertas zonas de este mundo. Cuando una habla de poesía, ¿a qué nos referimos en realidad? Hay muchas maneras de escribir poesía. Está por ejemplo, la de los analfabetos; está, también, la poesía de la gente que no escribe, pero que tiene sus poetas, los cuales muchas veces están ligados al chamanismo. Así que hay muchas maneras de escribir poesía, de elaborarla, de producirla y de difundirla.
—Pero, ¿cómo le hace Saúl Ibargoyen para colocar un libro de poesía crítica en un mercado editorial donde se busca más la poesía romanticona?
—Para empezar, te diré que un mercado de poesía no existe. Hay mercado sólo para algunos poetas, que son los poetas del sistema, los de prestigio y consagrados. Así que para la poesía no hay un mercado propiamente dicho. Lo que sí hay, y es de agradecer, son receptores, que no es lo mismo que un mercado uniformizado y estandarizado que sólo se deja llevar por el marketing.
Graffiti es un libro no terminado, como casi todos los que uno escribe, comenta Saúl Ibargoyen. "Me parece que son de esas obras en las que más allá del momento cíclico o del momento anímico del autor, quedan como abiertas. ¿Por qué? Muy fácil: si atendemos las características del graffiti, incluso de aquél que es visto como una especie de documental o de informativo que aparece en las paredes sobre algún hecho concreto, siempre habrá temas que tratar".
Pero tan abierto puede ser este «experimento escritural», que incluso Ibargoyen pensó en no publicar el libro, ya que le parecía que había muchas cosas que agregar aun dentro de la propuesta inicial. "Y sigo pensando lo mismo —comenta—. Si lo publiqué y no le agregué otra cosa es porque retomar de nuevo este tipo de trabajos poéticos implicaría otro tono, otro lenguaje y significa otras lecturas también. Por lo tanto, prefiero dedicarme a otros proyectos y dejar este libro por la paz”.

(JOSÉ DAVID CANO, “Saúl Ibargoyen presenta su «Graffiti 2000»”, El financiero, 31 de mayo de 2001)






 

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